domingo, 9 de diciembre de 2007

Santo, santo, santo



Ser santo sin estar canonizado es tan extraño como estar canonizado y no ser santo. No obstante tantos misterios, nuevos y milenarios, la santidad es un hábito divino que cotiza en la bolsa. Pero, que no panda el cúnico, para mostrar inconformidad, o hastío, siempre queda la esperanza de la condena, del demonio. Para todos aquéllos que están hartos de hacer el bien sin mirar a quién, y no recibir siquiera una nominación para formar parte de la nueva generación de beatos, ahí está el demonio, que siempre luchará contra el santo.

En la pequeña habitación de paredes azuladas, respiraba hondo, inhalaba y exhalaba, sentado sobre una camilla, mientras terminaba de atar el cordón de la máscara azul metálica. De un salto se colocó frente al espejo, que cubre toda la pared, descolgó una enorme capa, abrochó los dos botones y respiró profundamente, inhaló y exhaló. Ajustó los cordones de las botas azules del mismo tono que las mallas. Se situó más cerca del espejo, tan cerca que, al exhalar, el cristal se llenaba de vaho. Fijó la mirada en los ojos de la máscara del espejo, como si quisiera descubrir quién estaba detrás de ella. Paréntesis, silencio, inhalaba y exhalaba. Abrió la puerta, ¡santo!, ¡santo!, ¡santo!, un zumbido de voces, que venían del fondo del estrecho y oscuro corredor, le ocasionaron algo parecido a los escalofríos. Caminó hacia la luz, ¡santo!, ¡santo!, ¡santo!, -cuántas veces habrá hecho el paseíllo desde la pequeña habitación hasta la luz- con paso lento, inhalaba y exhalaba intentando no pensar. Sin embargo, no podía sacar de su cabeza el pensamiento de que ésa sería su última oportunidad para terminar, de una vez por todas, con la hegemonía del Santo. ¡Santo!, ¡santo!, ¡santo! El corredor quedó atrás, testigo de inhalaciones, exhalaciones y alentadoras voces por parte de su reducida corte. ¡Órale, mi Demonio, nadie como usté! ¡Usté es el bueno, mi Demonio! ¿El bueno?, pensaba, cuando la luz lo engulló, como la ballena a Jonás -Si la ballena hubiera tenido acidez estomacal, seguramente Jonás habría escuchado el estruendo que escuchó el Demonio mientras caminaba por el pasillo que lo llevaba a su destino. ¡Santo, santo, santo!-.

“Pelearán a tres caídas sin límite de tiempo”, avisó el presentador. “En esta esquina, de noventa y seis kilos trescientos gramos, el ángel del infierno, el príncipe de las tinieblas, el precursor de catástrofes, Bluuuu Demon. En ésta otra, del mismo peso, el azote del mal, la reencarnación del bien, el vengador de las causas perdidas, el Enmascarado de Plata, eeeel Santo”.

Tras unos minutos caminando alrededor del ring, estudiándose, como un ballet de arañas, Santo cogió al Demonio de los brazos, a modo de candado, y le aplicó la quebradora (que estriba en levantar al rival y dejarlo caer de espalda sobre la propia rodilla, colocando para ello el cuerpo en posición de súplica, o sea, con una rodilla apoyada sobre el suelo y la otra flexionada en escuadra). El Demonio quedó en el suelo del cuadrilátero, visiblemente turbado. El Santo, aprovechando el momento de confusión, fue a su esquina para subir a la cuerda más alta del ring y se dejó caer sobre el Demonio, con el vuelo del ángel (que consiste en lanzarse, en plancha y con los brazos abiertos, desde lo alto del encordado de una esquina del paralelogramo, y caer sobre la humanidad del rival, preferentemente a la altura del abdomen). ¡Santo!, ¡santo!, ¡santo! El Demonio intentaba ver a través de las rendijas de la máscara, ligeramente desplazadas de la altura de los ojos, mientras pedía inútilmente a su cuerpo que se moviera, pero no lograba enfocar, las luces se difuminaban y el cuerpo no respondía. De pronto, vio la sombra del Santo que caía sobre él. El Demonio parecía más turbado, el Santo se aprovechó y le hizo el alacrán (consiste en colocar al adversario bocabajo, montarse sobre su espalda y, con las dos manos, tirar de su cabeza bruscamente hacia atrás), pero el Demonio ya no oponía resistencia. Al soltar su cabeza, ésta rebotó como un balón contra el suelo. ¡Levántese, mi Demonio!, le gritaron varias veces desde su esquina, pero no se movió. El juez alzó la mano del Santo. “El ganador de esta pelea, eeeeeel Santo” ¡santo!, ¡santo!, ¡santo! Cuando el Santo bajó el brazo, se hizo un silencio sepulcral. El Demonio seguía tendido y sus asistentes no lograban reanimarlo. No respira, un médico, gritó uno. Las imágenes se sucedían hacia atrás en el tiempo, la sombra del Santo, el corredor, la máscara frente al espejo, el autobús (porque, por azares del destino, los luchadores viajan siempre en autobús). Cuando el médico llegó, sólo pudo certificar la muerte, causada por el vuelo del ángel. El silencio fue cediendo lentamente al ruido de los pasos de la muchedumbre, la misma que minutos antes gritaba ¡santo, santo, santo!, se retiraba cabizbaja; con el Demonio había muerto también la secreta esperanza de que alguien terminara con el reinado del Santo. Ahora quién podrá detenerlo, pensó el último en salir, después cerró la enorme puerta.

martes, 16 de octubre de 2007

Taco literario, con todo pero sin cebolla


Hace unos días otorgaron el premio García Lorca de poesía al poeta valenciano Francisco Brines, me llamó la atención el fallo, porque entre los nominados había nombres como: Juan Gelman, Nicanor Parra y Mario Benedetti. No es que tenga nada en contra del ganador, tampoco estoy juzgando su obra, es simplemente que tenía entendido que el premio se otorgaba por la trayectoria. Conozco a Gelman, Parra y Benedetti, de Brines no sabía nada, así que me puse a investigar sobre su biografía. Después de la investigación me quedó una pregunta: ¿Cómo se falla un premio como ese?

Javier Marías terminó hace unos meses, después de nueve años, su novela, “Tu rostro mañana” un tocho de casi 1500 páginas –sin errata- en tres tomos: Fiebre y lanza (375p), Baile y sueño (416p), Veneno, sombra y adiós (700p). Supongo que el escritor tendrá un gran número de lectores, toda vez que será Alfaguara la editorial que publicará la novela, el mejor deseo de que la disfruten. Yo, en contadas ocasiones soy capaz de terminar el artículo que escribe en el semanario de El País y es sólo una página.

Juan José Millás ganó con su novela El mundo, el premio Planeta 2007. Lo que de verdad me sorprende es que Boris Izaguirre haya sido finalista en detrimento de Fernando Savater, por ejemplo. No conozco la novela y tampoco creo que vaya a leerla, con la de libros que me faltan, pero sé que Boris escribe o escribía guiones para culebrones con el trillado argumento de ricos increíbles y pobres aún menos creíbles, ¿un nuevo género literario? ¡Ah!... el Premio Planeta.

El caníbal de México copa los titulares, no sólo de los telediarios, sino de los principales periódicos de España, nacionales y locales. Al parecer lo pillaron preparándose unos tacos de carnitas con las nalgas de la que fuera en vida su novia, a quien, por lo que muestran las fotografías, la tenía en engorda. Menuda sorpresa saber que, además de ser caníbal, es escritor de novelas de terror y amante de los tacos de carnitas. El caso me recuerda al de La tamalera de Portales, en los setentas, que mató a su marido, lo descuartizó y lo convirtió en el relleno de los tamales de mole y de carne en salsa verde. La tamalera no era escritora, pero se escribió sobre el caso cuando fue resuelto por la policía, recuerdo el titular: Matólo, descuartizólo y vendiólo como tamal. Gregorio "Goyo" Cárdenas, también escribía desde su celda en el Palacio de Lecumberri, contaba cómo había asesinado a sus víctimas, pero no recuerdo que se haya cenado a ninguna, aunque se declaraba amante de los tacos de suadero, con todo pero sin cebolla.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Vivir entre monos



Hace tres años llegamos a este pueblo; la primera vez que lo vimos, nos pareció, además de pintoresco, mono. Poco después descubrimos que la sociedad del pueblo estaba compuesta, en su mayoría, por una raza autóctona de monos, incultos y sin educación. Al principio era algo que no nos afectaba de forma directa, en cuanto llegó Chel Ha, la perra, las cosas se empezaron a complicar, ya había un pretexto para llamar la atención a los más de veinte monos que se reúnen durante cuatro meses al año –en verano- frente a mi casa. Desde las cinco de la tarde hasta la una de la mañana, hay que soportar el calor entre gritos, el molesto zumbido de motonetillas y la música a toda caña, que va desde flamenco hasta chunta-chunta. Una mona de la familia de los gordangutanes, especie también autóctona, que habita en gran número, tiene un kiosco de helados que le sirve de tapadera para el verdadero negocio, que es la venta de alcohol. Ahí departe el capo de las drogas, que es, en realidad, el vago del pueblo y que, además, es alcohólico. Aquí también vive gente, muchos son de otro sitio, los monos les llaman jipes, hay personas de Ecuador, Argentina, Uruguay, Francia, Inglaterra, de otras provincias de España y, por supuesto, yo, de allende los mares, donde el sol se hizo piedra y la piedra un poema. Pero los monos no se mezclan con los jipes, sólo la poca gente oriunda del lugar tiene algún tipo de relación con los foráneos. Al poco tiempo de llegar, una chica nos advirtió que los monos eran muy perros. Creímos que sería algún chiste como el del oso hormiguero, pero nada más lejos de la realidad.

Cuando llegó Izel, nuestros intereses cambiaron, regalamos a la perra y, ante el panorama, decidimos que sería mejor emigrar, aunque resolvimos esperar algunos años más hasta que el nene tuviera que ir al cole, para evitar que asistiera a clases aquí, toda vez que la escuela del pueblo es para monos. Poco antes de nacer Izel, sentimos que Granada ya nos quedaba chica para nuestros proyectos y ambiciones; no obstante, con el bebé recién nacido y el proyecto Pacos funcionando, pensamos que quedarnos era una buena opción, a pesar de que las constructoras se habían ido adueñando poco a poco del pueblo y, con el consentimiento del gobierno monocipal, nos habían tapado la vista de la montaña, paisaje principal del que solíamos disfrutar mientras desayunábamos o comíamos. Sin embargo, este verano la situación ha rebasado nuestros límites y ha invadido nuestro hogar literalmente, no sólo porque nos robaron de la terraza las plantas de maría, toda la cosecha de este año, sino, además, porque ha opacado toda la felicidad que sentimos el primer día que dormimos aquí. Estamos decepcionados y a disgusto; no nos importaba ya que los monos no nos devolvieran el saludo o que, después de tres años de comprar en el mismo supermercado, nos siguieran vendiendo fruta pasada o verduras en mal estado, de esas que no darían a ningún mono, camufladas de tal forma que cuando nos dábamos cuenta ya era demasiado tarde, pero que irrumpieran en nuestra casa y en nuestra paz de ese modo ya no podemos dejarlo pasar.

El vago del pueblo tiene organizados a los jóvenes monos, saben a qué hora no estás y quién tiene plantas, las roban y el alcohólico se las paga, después él se encarga de la venta al menudeo en el kiosco de la gordangután. Días después de que nos robaran, sorprendí desde mi ventana a dos monos hablando, mientras se quitaban los piojos, de la forma como realizaron el robo, ante la mirada casi orgullosa del capo. Tomé aire y conté hasta diez para no bajar al kiosco a recuperar mis plantas al estilo narco de Sonora. Porque que ni soy narco, ni soy de Sonora, ni tengo cincuenta pistoleros a mi servicio. Además, eso habría implicado echarme a todo el monerío encima y no soy tan pendejo. Pero fui a reclamar, cosa que no sirvió de nada, negaron todo; acaso sirvió para que supieran que tenía conciencia de que habían sido ellos. Supimos, por una conversación con nuestra amiga, que es una práctica habitual, porque no hay quien diga o haga algo. Yo pensé: cómo van a decir algo, si los monos no hablan. Comprendí con esa reflexión por qué cuando les reclamé se limitaron a mover la cabeza de un lado a otro.

Desde entonces, cada que veo a un mono, me hierve la sangre y me dan ganas de vomitar, me siento maniatado, salgo a tocar y estoy preocupado de dejar a mi familia sola en casa. Amanda se enfurece, es capaz de salir y hacerles frente como un maqui, pero ella es republicana, no maqui. Ya no vivimos bien, no estamos en paz, solemos arreglar nuestras diferencias como dos personas que se aman, que, además, se respetan y admiran, sólo que desde junio de este año, las diferencias las convertimos en problemas que intentamos resolver como los monos, a gritos. Lo peor es que Izel, que es un niño feliz y tierno, de repente se contagia de nuestra enfermedad y grita como monito mientras nos observa.

Hoy, durante la cena, hemos reflexionado sobre todo lo que aquí resumo y tomamos la decisión de reducir el tiempo de espera para emigrar, de unos años a un par de meses. La próxima semana vamos a Salamanca a ver lo que será nuestro destino, con la intención de poder mudarnos en diciembre. Ningún lugar es perfecto, pero tampoco nunca antes nos había afectado el entorno. Donde vamos es una finca a cinco kilómetros del pueblo más próximo y a diez de Salamanca. Queremos recuperar la paz y devolvérsela al nene, queremos continuar volcados en nuestros proyectos y crear otros nuevos y, aunque ningún lugar es perfecto, sentimos que ese sitio nos dará lo que queremos, amén conciencia de que siempre nos quedará un rinconcito en México.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Somos inmigrantes




No pude soportar el sonido del cuerpo rebotando contra las piedras empujado por las olas*.


Inmigrantes, uno

No tu bala,
no tu muro o tus alambradas,
no tu Dios
no tu mar o tu desierto,
acaso la muerte.
Hambre puta,
hambre voraz,
hambre insaciable.
Puta hambre



Inmigrantes, dos

La esperanza golpeó contra la piedra:
ola tras ola iba y venía
con la necedad del recién nacido,
terca como el viejo que se niega a vender la tierra
porque dice, no le pertenece.

Una y otra vez golpeaba la esperanza
con el vaivén del cayuco en la tormenta;
incansable, imaginó que tocaba la puerta al porvenir
pero estaba muerta y no lo sabía.



*Fernando García, fotógrafo independiente

miércoles, 5 de septiembre de 2007

El burrito está llorando ji jau, ji jau, ji jau



Josemari Aznar, ex presidente de España, impartirá Cátedra de Ciudadanía, Liderazgo y
Desarrollo en el Tecnológico de Monterrey. Cuando leí el encabezado, me pareció un broma, además, de mal gusto. Después de leer la noticia, se me revolvió el estomago. El anuncio fue dado con bombo y platillo, como si de Bill Gates se tratara, pero no, era Aznar. No es que piense que Josemari sea tonto, tampoco es su pinta de camarero de un bar de Vallecas, mucho menos su adicción al alcohol. En realidad mi malestar es por el titulo de la cátedra: Ciudadanía, Liderazgo y Desarrollo. Es imposible imaginarse el contenido, casi tanto como al catedrático, que, además de ser un mal ciudadano y un patético líder, es evidente, por su talle compacto, que el desarrollo tampoco es lo suyo; siempre por ahí pisándose el bigote y esto no es sólo una metáfora. Así que, ¿qué puede enseñar este elementín? Más factible habría sido inventarse una cátedra de nuevas lenguas, basta una vuelta por el portal de You tube, para conocer las habilidades de Chemita en eso de los idiomas. Para hacer el asunto más absurdo, si esto es posible, hay que aclarar que la cátedra es de posgrado.

Mi pregunta es: ¿cómo un tipo que no sería capaz de aprobar un examen de admisión para la Universidad Nacional Autónoma de México, que carece de civismo y además es soberbio, pueda ya no impartir una cátedra, sino coordinar un cursillo para camareros sobre: Ciudadanía, Liderazgo y Desarrollo? Así está la educación privada en México, de donde, por cierto, han egresado los grandes empresarios y los grandes líderes de la derecha.

Para asnar hay, que ser burro

Anti – Papa II (Que se mueran los feos, mejor)




Hoy hace diez años que murió Teresa de Calcuta. Conmemorando el aniversario de su muerte, se ha publicado un libro con cartas escritas por ella. Según el reportaje del telediario, en algunas de las cartas Teresa de Calcuta duda de la existencia de Dios. Al Papantlas le regalaron un ejemplar en uno de esos actos multitudinarios que se organizan en el Vatiquiur, le preguntaron qué pensaba sobre las dudas de Teresa de Calcuta y se fue por la tangente con una tontería relacionada con el Euribor. Qué se podía esperar de este personaje. Aunque por otro lado si hubiera abierto la boca, muy probablemente habría dicho una sandez de esas a los que nos tiene acostumbrados. Por lo anterior, deduzco que habrá cambiado de asesores después del fiasco de su visita a Brasil. Le habrán aconsejado que cuando no sepa que contestar, cambie el tema y hable de algún asunto de actualidad, de ahí lo del Euribor. Sin embargo, no creo que al Papantlas le preocupe en realidad el aumento en el costo de las hipotecas, a menos que haya hipotecado la Vaticueva. Algo que no sería extraño con el bajón que ha dado la clientela, no obstante, mientras el Opus, los Millonarios de Cristo y todas esas organizaciones cristianas dueñas de medio mundo, sigan apoyando su loable misión, no creo que tenga necesidad, el Vatiquiur con la Vaticueva y los inquilinos estarán a salvo.

Una pregunta ronda mi cabeza desde hace unos días, qué pasaría en el hipotético caso de que la muerte, antes de llevarse a algún personaje, convocara a un plebiscito y que se llevara a quien la mayoría escogiera. Que en uno de esos ejercicios los candidatos a palmarla fueran: el Papantlas y Teresa de Calcuta. ¿A quién se llevaría la huesuda? Yo lo tengo claro.

viernes, 31 de agosto de 2007

Perro que poca madre, perro ca...


He enviado mi currículum vitae al perro que heredó los doce millones de dólares de la idiota que se los legó, porque hay que ser más idiota que excéntrica para heredarle no esa, cualquier cantidad, en la moneda que sea, a un perro. Claro, sólo que el perro sea como Scooby Doo o por lo menos como Lassie. Pero este perro, como muestran las fotos, es el típico perro que todo mundo, o casi todo mundo, alucina. Pequeñito y escandaloso, con gesto de rómpeme la cara con el costal del alimento y una mala leche… En fin, todo eso habré de aguantar si consigo el empleo de mentor del can. Si el animal tiene ocho años, le quedan unos cuatro, mismos que bien se pueden pasar viajando, para que el perro viva en primera persona la cultura culinaria del mundo. Antes de volver a casa en New York, un mes en Jamaica para enseñarle la filosofía y la práctica de la doctrina Marleyana: Let’s get together and feel alright. Seremos tan buenos amigos que no dudará un segundo en dejarme la pasta que no hayamos podido gastar cuando la palme. Creo tener un plus por el hecho de ser el Presidente de la CPIA (Can Paseider International Association) o, por sus siglas en castellano, AIPP (Asociación Internacional de Paseadores de Perros), sin embargo, también sé que si el perro no sabe leer, tal vez ni se entere. No sé si la estúpida que tuvo la ocurrencia pensó también en la manera de informar al perro de la buena nueva. ¿Quién y cómo lo va a hacer? Será el mismo que leerá mi currículo. En fin, espero que el perro tenga sentido común.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Al que obra mal, se le pudre el tamal


Un banquero, un político, un empresario, un constructor, etc., roban una pasta gansa y cuando los pillan, si los pillan, los meten a la cárcel cinco años, cuando los meten, luego salen y a gozar de los beneficios. La pasta pocas veces aparece. Lo justo sería recuperar el dinero -que casi siempre es del pueblo- exhibirles como ladrones y tirarles tomates. Lo parajódico es que en la cárcel los mantiene el gobierno con ingresos que obtiene, entre otras cosas, de la recaudación de impuestos, o sea, del pueblo. Qué pasa con la pasta, por qué nunca o casi nunca se habla de dónde está. ¿Es que las leyes no se aplican o que estos detalles están por encima de la ley o que ni siquiera hay una ley que obligue a estos grandes ladrones de guante blanco a devolver la pasta que se roban? Un tipo construye un edificio que se cae, mueren personas, lo meten en la cárcel y tiempo después sale y se convierte en alcalde, años más tarde es millonario y poderoso. Una cantante es implicada en un millonario fraude inmobiliario, la policía encuentra una importante cantidad de efectivo en su poder, pero ella sigue por ahí dando conciertos, con cara de: yo no fui y pobre de mí. ¿De dónde salió ese dinerillo? Tal vez de la misma gente que va a los conciertos con pancartas de “te apoyamos” y que, además, paga entrada. Sería interesante darle el mismo seguimiento “periodístico” a la vida de alguno de los afectados por los fraudes y los robos, que el que se da a la vida de los famosos implicados en los ilícitos. Así están las cosas, abres el periódico y lees que las hipotecas han subido, en la página siguiente, el encabezado dice: El banco X es el más importante de Iberoamérica. Gracias a nuestros clientes, dice la nota al pie de foto, donde aparece el presidente del banco con una gran sonrisa.

Cucharón, discípulo de Platón, salió una noche de la cantina con Tazón, su discípulo, después de haber bebido una cantidad considerable de mezcal. Llevaba la toga manchada de salsa y desaliñada, la corona de olivo de collar y había perdido una sandalia. Mientras le ayudaba a ponerse en pie tras la primera caída, Tazón le pregunto: Maestro, ¿qué pasa al que obra mal? Al que obra mal, respondió entre arcadas, se le pudre el tamal. Cucharón se cayó de nuevo y dejó salir una hedionda pota. Tazón le ayudó a ponerse en pie y le limpió con la toga, al tiempo que le preguntó: Maestro, ¿y al que obra bien? Cucharón se incorporó y puso la corona de olivo en su cabeza, aunque mal; miró a Tazón y, como veía dos Tazones, cerró los ojos y contestó: Al que obra bien, también

domingo, 26 de agosto de 2007

Los pollitos dicen pío pío, cuando tiene hambre, cuando tienen frío.




De pronto, cae el Euribor por un problema de no sé qué en Wall Street y sube el precio del pollo, ya muerto, porque los cereales, principal alimento del pollo en engorda, ha subido. Y si sube el pollo, sube todo lo que lleva pollo: la comida para gatos, los potitos, los nuggets de mac donalds, sus hamburguesas de pollo, todas las hamburguesas de pollo, las ensaladas de pollo, el caldo de pollo y, por supuesto, el pollo frito. Los cereales subieron porque un listillo, o un grupo de listillos, ha descubierto que se puede crear un combustible más “ecológico”. El asunto es que los principales dañados, o sea los pollos de engorda, no sólo no tienen coche, tampoco tienen nada que funcione con combustible. El vapor de la mierda del cerdo también es combustible, en cualquier momento suben el chorizo y todo lo demás: cazadoras, cinturones, zapatos, etc. Parece que por culpa del Euribor y Wall Street, en unos días será más caro mantener a un animal que a un hijo en Harvard, por muy animal que éste sea. Pronto será necesario crear una dieta rica en insectos, porque los vegetales, ecológicos y no, están también por las nubes. La cosa, ahora, es saber cuáles de los pollos que nos comemos y nos comeremos, en cualquiera de sus presentaciones, han comido cereal y si el cereal que comieron fue adquirido antes de la caída del Euribor y el problema de Wall Street o después. Sólo así sabremos si es que el precio que pagamos por el pollo es justo o es que se aprovechan de nuestra debilidad por el pollo.

miércoles, 22 de agosto de 2007

La vida está de la patada


Heráclito

Como dijo
el profundo
Filósofo:
Una cosa
es una cosa
y otra cosa
es otra cosa.
Efraín Huerta, Poemínimo

A un jugador de fútbol profesional se le puede perdonar cualquier fallo al hablar: finalmente, es un jugador de fútbol, no es que sean idiotas, hay algunos que hasta han estudiado, aunque son los menos y nunca llegan a ser grandes jugadores. Las grandes estrellas, esas que ganan millones en “salario” y otros tantos en imagen, suelen ser tipos que siempre que hablan de algo que no tenga que ver con los tópicos: jugamos bien, el rival es muy duro, etc., dejan claro que su nivel cultural dista mucho de su nivel futbolístico, al fin y al cabo sólo son jugadores de fútbol. Lo que es indignante, imperdonable, es escuchar o leer a los “especialistas” deportivos, éstos también viven de las patadas, pero las que le dan al diccionario. El ala más crítica de estos “periodistas” no ha golpeado un balón ni en un partido de solteros contra casados, eso sí, doctos en la materia, no dejan títere con cabeza, lo mismo son entrenadores, que jugadores, que presidentes de algún club, en las tertulias de los programas especializados. Entiendo que el fenómeno fútbol pueda ser objeto de estudio, lo que no me queda claro es cómo consigues convertirte en un especialista de fútbol sin haber acariciado la esférica en tu vida. Supongo que verán muchos partidos y efectuarán un profundo análisis sobre por qué los once tipos de verde no fueron capaces de horadar la meta contraria y sucumbieron ante el rival compuesto por otros once tipos de blanco. Loable tarea, porque muchos partidos son un castañazo y tiene su merito fumártelos por amor a la profesión y pasión por el análisis profundo. A pesar de todo, sigo sin entender cuál es su función, no en la vida, en el fútbol. Me queda una pregunta ¿cómo puede un tipo ganar tanto dinero por patear un balón?, con o sin facilidad de palabra, con o sin cultura, ¿cómo?

La vida está de la patada.

martes, 21 de agosto de 2007

¿On toy, quén jijos me trajo aquí? (La eterna pregunta)



Un día despiertas y resulta que eres capaz de razonar sobre tu entorno, no sé cuándo ni cómo pasa, pero pasa. Aunque siempre hay excepciones a la regla, hay quienes nunca se enteran.

Yo creo que antes de nacer sólo somos entes sin forma, como un suspiro, flotando ahí, donde flotan los suspiros, y de pronto ¡Pumba! Abres los ojos y hay muchos ojos mirándote, ojos de perros, de osos, de ballenas, de hormigas y un largo etcétera, todo depende de la familia que te haya tocado y, por supuesto, la especie a la que esa familia pertenezca. Algunos de esos ojos no los verás más después de la primera vez, sobre todo si eres humano de los llamados occidentales, sin importar la denominación del mundo en el que habites, ni el número que éste ocupe en el escalafón de mundos: 1º, 2º, 3º, etc. Normalmente, cuando llegas, al primero que ves es un desconocido o desconocida, por lo que deduzco que el famoso trauma de nacimiento tiene más que ver con la mirada del que te recibe que con otra cosa, porque, a esta mirada, le importa poco menos que un pepino lo que será de ti a partir de ese momento. La segunda mirada es la de tu madre, pero tu madre está tan madreada por el parto, que en ocasiones confundes los ojos cansados con una mirada de autocompasión; cuando esto sucede, el trauma de nacimiento se agrava. Después viene tu padre y etc. Cuando estás empezando a aceptar a mamá y a papá, ¡toma!, aparecen los hermanos, con trauma de nacimiento incluido. Si los hermanos son pequeños irás perdiendo poco a poco una serie de derechos de los cuales gozabas hasta su llegada. Si eres pequeño estarás destinado a las sobras. Hasta que un día te despiertas y dices ¡Basta ya!, al menos lo piensas, y te preguntas por qué tienes que compartir tu habitación con un tío que se tira pedos hediondos, que se mea en la cama y que, además, no puede dormir con la luz apagada. Por qué tienes que esperar en la puerta del baño a una tía que utiliza el lugar como un espacio de esparcimiento que va más allá de una caca o una ducha. Es así, y ya no cambiará hasta que la casa se vaya quedando vacía. Sólo que el día de marchar de casa está aún muy lejano, para muchos no llega, a pesar de las insinuaciones, nunca. Del tipo que se pedorrea en la habitación, sólo sabes que es tu hermano y que su mayor ilusión es ser policía. De nada sirve que le digas algo, sus absurdos seis años y el trauma de nacimiento sin superar siempre serán más fuertes que cualquier razón o palabra soez. Sin embargo, te cuestionas la actitud de tu padre que, llamando a los policías ladrones, anime al sujeto en cuestión a seguir adelante con su estúpida idea. De pronto, tu madre te dice que te pareces al tío Lucas. Lo primero que pasa por la cabeza es: ¿¿quién?? Mientras la mamá saca una fotografía amarillenta, la mira un momento y grita: igualito. Cuando miras la fotografía, te rascas la cabeza y vuelves al plato de las tortas de carne, que no puedes terminar porque no es la receta que mejor le sale a tu madre, y está frío.

Muchas noches te acuestas con preguntas nuevas sobre qué es la familia o quiénes son esos de afuera. Papá, mamá, hermano y hermana, más otra que viene. El idiota de hermano, dice que viene de París, hermana grita: ¡pero tú eres tonto! Papá y mamá se miran sin decir nada, te rascas la cabeza y haces otro intento por darle la milanesa al perro. La familia crece y ya no da para carne de primera. Una frase que se repetirá con muchos más artículos, con la llegada de pequeña, que tendrá un trauma de nacimiento más grande porque habrá más miradas desconocidas. El primero en sufrir el cambio es el perro, que era tu mejor amigo mucho antes de que llegara hermana. Su menú se reduce a tortillas o pan, con caldo de cubito y algunos huesos que el carnicero le da un par de veces a la semana. Cambia la atención y aquí el que sufre es hermano, por lo que su trauma de nacimiento durará más, mucho más. Ahora es hermana la que sufre la invasión de su espacio. A pesar de que piensas que la experiencia te ayudará, todo es nuevo: se reducen los espacios, chocan las ideas, te toca menos rosca de reyes, además, no te toca regalo. Entonces cuestionas el asunto ese de tener lo hijos que Dios te mande, cómo los manda sin su parte del pastel, te quejas para ti.

Un día te levantas y dices: me voy. Te mudas a otro barrio, no lejos de la casa a la que llamas “casa de mis padres”. Un año después, ante las constantes visitas de la familia, te mudas a un barrio más lejano, pero hermana ya tiene novio y novio tiene coche. Dos años después te mudas de ciudad, tres años más tarde vives en un pueblo y, pasados cinco años, te cambias de país. El contacto con la familia se reduce a llamadas telefónicas de no más de tres minutos con un patrón de conversación:
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien y tú.
-Bien, qué tal por allá.
-Por acá bien y por allá.
-Por acá bien también, bueno, lloviendo, pero es tiempo.
-Ah, qué bien, ¿vas a venir a la boda de pequeña?
-No creo, lo tengo difícil.
-Ojalá puedas, le hace mucha ilusión.
-Sí, lo intentaré.
-Hermano compró coche.
-¿Ya se fue?
-No, no tiene dinero para el alquiler y yo creo que ahora con lo del coche pues menos.
-Ah, y qué dice papá.
-Ya sabes.
-Ah, bueno me tengo que ir, un beso.
-Cuídate, que Dios te bendiga.
Al colgar piensas: que te bendiga a ti, y empiezas a buscar pretextos para no ir. Muchas conversaciones después, mientras piensas en volver de visita, recibes una llamada:
-Hola, ¿cómo estás?
-Papá ha muerto.
-Hola, hola, ¿estás ahí?
-Sí, estoy aquí, salgo para allá esta noche.
Vuelves a la casa donde un día llegaste hace años, el sillón retapizado en el salón y el espantoso bodegón sobre el viejo mueble del comedor. En la que fue tu habitación, dos camas, una sin sábanas y otra sin hacer y con el colchón lleno de restos de pan. Al regresar del entierro, antes de dormir, hermano comenta: no has cambiado nada. Te rascas la cabeza y giras hacia la pared, mientras te cubres con la sábana limpia que dejó mamá sobre la cama. Al día siguiente abres los ojos, miras al techo donde tantas veces dejaste más que ideas y preguntas. Piensas si papá estará ahí, donde flotan los suspiros, en espera de una nueva mirada y un nuevo trauma de nacimiento. Al volver del pensamiento te preguntas: ¿on toy, quén jijos me trajo aquí?

lunes, 23 de julio de 2007

Tres bolas y dos strikes, cuenta llena. Papá al bat


Mi padre estará jugando
el juego de las estrellas.

Mi padre murió hace treinta y cuatro años, un 23 de julio. Un mes antes de su muerte me llevó al partido de béisbol, era un gran aficionado, siempre que jugaban los Diablos Rojos del México íbamos al parque. Nunca pagamos entrada para ver los partidos, todo el mundo conocía a mi padre, ahí paso parte de su infancia y su juventud; primero como jugador y luego como aficionado. Nos sentábamos justo arriba de la caseta de los jugadores, a los que papá también conocía, no había una noche que no volviera a casa con una pelota firmada por algún jugador. Mi padre jugaba a cara o cruz con el don de los tacos, a veces ganaba y a veces perdía, pero siempre cenábamos tacos y mundet de manzana entre la cuarta y la quinta entrada del partido. “Ecole cua”, le decía al taquero, al tiempo que le estrechaba la mano. Órale mi gordo, le respondía el don. Los partidos empezaban a las siete y media de la tarde, la hora mágica del béisbol, así que regresábamos a casa después de las diez, casi siempre me quedaba dormido en el trayecto. Aquella noche, no sólo no dormí camino a casa, aquella noche no pude dormir. En la radio sonaba Mi viejo, de Piero, sin mirarme y mientras yo fijaba los ojos en él, mi padre me pidió que el día de su muerte le cantara esa canción. Un mes después encontré las respuestas a las miles de preguntas que me robaron el sueño aquella noche. Tras su muerte deje de ir a los partidos, volví al parque de béisbol tres años más tarde y no pagué entrada, tampoco cené tacos y el Diablo Montoya, jardinero central del equipo campeón de la temporada 1976, me regaló una pelota firmada. No pude cantar la canción hasta muchos años después, no podía ver a mi padre como un viejo, tenía treinta y tres años. Cuando supe que Viejo era para Piero lo que Papá para mí, canté la canción, porque sí que era un buen tipo mi viejo, que llevaba el dolor adentro. Se fue con el día, me dijo mi madre tiempo después, a las siete treinta de la noche.
La hora mágica del béisbol.

viernes, 20 de julio de 2007

Puro chile


Regresan, con un par, las Spice girls. Aunque yo las habría presentado como las Spice verdolagons, verdolagonas en castellano. Brillante idea, juntar nuevamente a estas pedazos de artistas, intérpretes del clásico: If you want to be my lover. Además de tirar del famosismo –toma ya, RAE- de la sra. Beckham y, por supuesto, el refrito del mentao clásico, ¿qué van a hacer? Esto es un misterio, pero aseguran que habrá grandes sorpresas, y que lo digan, ya el regreso sorprende, tanto como la morena o la pelirroja, que están irreconocibles. Aunque, como están las cosas, no sorprende que vendan, no sólo entradas para… ¿conciertos?, sino que, además, vendan discos. Ahí tenemos a Harry Potter, ya con peleas en la coliseo y sigue llenando cines y vendiendo libros, ¿será que aún conserva ese aire de gafotas listillo? ¿o que muchos niños crecieron con el?, quiero decir, se hicieron viejos. No podría imaginar a Julio Verne escribiendo la séptima entrega de Viaje al fondo del mar, Los nietos del Capitán Nemo. Sin embargo, parece que la idea es que el gordopilo de Potter muera de viejo, cuando la varita ya no le funcione. No obstante el marketing sobre las muertes en la última entrega, está claro que Potter no será uno de los difuntos, sus historias son bastante predecibles, tanto como la pasta que genera, así que, afortunadamente, ya puede decir misa la autora, tendremos Potter para rato. Aunque esto parezca una amenaza contra Rodrigo Rato, no lo es, es una amenaza para toda la especie. Rato, al que también regresaron, ya tiene bastante con ser como es. Verano de regresos, las Spice verdoladons de gira y Harry Potter la sexta peli y el séptimo libro. El verano pasado, los hombres G. Para el verano que viene no sorprenderá a nadie: “Harry Potter, el musical” o Las Spice memorias, escritas por ellas mismas, que además de interesantes biografías y cotilleo, tendrá muchas fotografías, incluidas fotos de la infancia para los verdaderos fans. Para cuándo el back de los Back street boys.

lunes, 16 de julio de 2007

Papanatas


En una convención episcopal se habla de todo menos de Dios. Los sacerdotes de cuello almidonado, traje negro con la raya del pantalón bien marcada, zapatos lustrosos y el típico grano de la frente exprimido, acaparan titulares en cuanto hablan sobre su postura en problemas que atañen a la sociedad. Que si el condón es un invento satánico, que si las bodas entre homosexuales van contra la ley de Dios ¿? Una larga serie de barbaridades entre las que destacan las de un currante del episcopado español llamando a la desobediencia civil, como un terrorista, sólo que con línea directa con el Gran Jefe y, por supuesto, las de susan Ratzinger en todas sus intervenciones durante su visita a Brasil, destacando dos: la de la familia y la del descubrimiento y conquista de América. Eso sí, un día después: ¡Ay perdón! No me mal interpreten. La cosa no va por ahí. Todo esto en quién sabe qué idioma. En fin, que mientras susan y sus agremiados van por ahí predicando en el papamóvil, el papavión -también conocido como papalote o papagayo- y sus demás papavehículos, la fracción radical pederasta se defiende de las acusaciones y los falsos testimonios que sobre ellos pesan, en muchos puntos del planeta, pagando indemnizaciones millonarias, al menos en Estados Unidos. Así están algunas cosillas en el Vatiquiur y sus sucursales en todo el mundo. Lo absurdo es que puedan cerrar predios destinados no sólo a predicar, además, también a practicar. Lo indignante es que se permitan la licencia de descalificar la labor de colegas que trabajan por y para la gente de su entorno, parroquianos o no, católicos o no. Colegas que no llevan la raya del pantalón marcada. Lo provocador es la forma vil en la que se abusa de la fe de los creyentes. Así funciona la apostólica institución desde hace mucho tiempo, nada nuevo bajo el sol, acaso la flota de papavehículos, que no están copiados de ningún vehículo de Mr. Potato, no sé si el gorrito de misil lo copiaron o es diseño original. Sin embargo, en algunas estadísticas cotizan a la baja en la competencia por las almas, algo tendrá que hacer susan para no quedarse atrás. Yo sugiero, por lo pronto, que despida a su asesor de imagen y al que le escribe los discursos, dando a la noticia la misma cobertura que se da a las canonizaciones, y que grabe un disco reivindicativo a ritmo de samba con algún coro gregoriano y Carlinhos Brown. Las ventas del disco, a través de su gran cadena de sucursales, serán un buen termómetro para saber en qué nivel está su popularidad. Aunque, por mí, ya puede sacar el rap del aleluya o villancicos con son jarocho, yo me declaro apóstata por derecho propio, vamos, que renuncio.

martes, 3 de julio de 2007

Estas son las mañanitas



Izel cumple mañana un año, ya es un nene, tiene más de cuatro dientes que se asoman cada vez que sonríe o muerde una barra dura de pan, limpia la casa y algunos bares y plazas de la ciudad mientras gatea a toda velocidad, se detiene y da media vuelta girando sobre el culo. Esa operación se repite hasta que lo pierdes de vista y tienes que ir a por él. En ocasiones cerrábamos la puerta de la cocina para que no fuera a sacar la basura o simplemente meter la cabeza en el cubo de la fregona, ahora el frigorífico tiene unas figuras con imán en forma de pez, que son escala obligada en su cotidiana excursión del salón a la habitación. Parte del descubrimiento diario lo basa, entre otros retos, en insistir hacer lo que le pedimos que no haga. Hay momentos en que insiste tanto que cedemos. Tiene claras muchas cosas, por lo menos ahora lo externa con facilidad, así nos hace sentir cuando está harto de nosotros, yo también le puedo hacer sentir cuando estoy harto de él. Mañana dormirá por primera vez en su cama, finalmente nos devolverá nuestro pedazo de intimidad, pero estoy seguro de que muchas mañanas lo extrañaré, cada vez es más difícil llevarle en brazos, ahora intento aprovechar y llevarle por lo menos cien metros de caballito. Ha aprendido a expresar su amor y es capaz de destrozar cualquier argumento con una sonrisa, por eso es peligroso cuando estoy enojado con él, ojala el peligro del mundo fuera la sonrisa de un bebé y las marchas de protesta su llanto. Iban a terminar por ceder los que tienen que ceder. Es un niño feliz, con carácter, simpático y con unos pequeños hoyuelos en los mofletes, que adora el yogurt sin azúcar. Somos afortunados por poder estar juntos, somos una familia. Izel ha cambiado mi vida, pero hoy volvería a cambiar el sosiego por una sonrisa suya. Hace un año Amanda y yo robamos una estrella con cabeza de pico. Feliz cumpleaños mi pedacito de cielo.

De bate y de chaquete, la mala comedia



Es evidente el problema de dicción del señor Rajoy, casi tanto como el desequilibrio psíquico del señor Acebes o el ansia de poder del señor Zaplana, lo que seguirá siendo un enigma es que diez millones de españoles puedan votarles, que puedan depositar su confianza en ellos. Su discurso retrógrado y bananero, sin fondo político, culpando al actual gobierno de que la tierra se tire un pedo, no sólo ofende el intelecto, sino, además, pretende, con éxito en muchos casos, incentivar el sentimentalismo telenovelero, con la venia de la RAE que también tiene lo suyo, y el morbo que todos llevamos dentro. No es que el presidente Rodríguez Zapatero y sus secuaces sean la panacea, no obstante, pienso que sus promesas, que no todas se cumplen, y sus leyes, que no todas se respetan, están más adecuadas a la realidad actual, no sólo española, sino europea, aunque ni las promesas ni las leyes alcancen para todos. Me pregunto si el edificio de las cortes tiene la forma de anfiteatro por alguna razón ligada a la forma en la que se comportan los políticos en cualquier debate, se debata lo que se debata. Parece que un debate ya no es cuestión de izquierdas o derechas, de que unos quieran dialogar y otros no, que unos acepten la inmigración y otros no, que unos quieran la guerra y otros no; un debate es una mala comedia. Demagogia pura total y absoluta y todo esto para qué, para que aparezca en la televisión un ex presidente, como hielo de “güisky” pavoneándose de cómo se pasa las leyes por el arco del triunfo, supongo que como todos o casi todos los ex presidentes, sólo que éste, además, es políglota en estado sobrio, perdón, quise escribir soberbio, si bien me imagino que, ya pedo, hasta se inventa idiomas. Para qué entonces tanta demagogia, si un religioso de esos de cuello almidonado y pantalón con raya marcada, sale en el telediario rechazando una ley sobre educación y llama a la desobediencia, ¿no es parajódico un cura llamando a la desobediencia, por muy archivaldo, perdón, arzobispo, que pueda ser?

En fin, defectos y frustraciones aparte, para el próximo debate, ahora que sus señorías, todas, regresen de vacaciones, deberían poner una tribuna general para que el público pueda entrar, eso sí, pagando billete, porque el espectáculo, si no es un montaje, vale lo que pueda costar el billete, aunque también deberían buscar una fórmula para hacerlo resumido, como de una hora y media. Si esto de resumir no es menester, bien se puede vender el billete, como en los cines de antaño, por tandas de hora y media

sábado, 5 de mayo de 2007

Entre la democracia y los gusanos


Entre peras y manzanas andan los gusanos; además, es verdad. Lo que es un enigma es si los gusanos son demócratas, porque, si lo son, tendrán su sistema de partidos y todo eso que los gusanos deberían tener, si fueran demócratas, claro. Y pregunto: ¿Aplicarían los gusanos la política del calambre? Esa de las alertas amarillas, rojas y moradas. El movimiento de ese gusano arrastrándose por la mesa no indica que esté acalambrado, ¿serán demócratas?

Hace unos días, un cantautor italiano que hace canción de humor presentó, en un concierto, algunas canciones contra las dictaduras y la iglesia católica, apostólica y romana, cosa normal en todo cantautor que se precie (esta última frase es cortesía de mi compadre Julen Gossíp, de Los Pacos). Al día siguiente, el Vatiquiur, desde la Vaticueva, envió un comunicado de prensa, en el cual llamaban al artista terrorista, y se quedaron tan panchos. Seguramente, en este momento ya estará excomulgado, aunque no recibirá nada por escrito porque, por ahora, la institución está en temporada de vacas flacas, al menos aquí, en España. Un obispo dio la voz de alarma por televisión: El gobierno les ha reducido las prestaciones. Ahora los contribuyentes podrán elegir si quieren donar a la Iglesia el 0,07%, no me quedó claro si de los ingresos o del pago de impuestos, tampoco si mensual o anual; no es algo que me afecte directamente, porque la música poco da para pensar en pagar impuestos, al menos no siempre, más bien casi nunca, bueno, no por ahora. El asunto es que la cifra de la recaudación, que seguro será mayor de cinco dígitos, deja prácticamente con sandalias, en peores condiciones que aquéllas famosas del pescador, a estos pastores, libre interpretadores de las enseñanzas de Cristo, mejor aún, portadores de la palabra de Dios en la tierra. No obstante, continuarán en su lucha contra el terrorismo, sea lo que sea terrorismo, con la misma firmeza con la que seguirán llamando a la desobediencia civil para atacar cualquier ley que vaya en contra de la ley divina, de la que ya sabemos quién tiene la patente.

La democracia tiene sus cosillas; mientras se preparan las elecciones municipales en el país, desde el partido de la oposición, ese que tiene entre sus filas al único español que ha tenido los güevos, al menos en público, de exigir que los árabes, así a lo cabrón: los árabes, le dieran disculpas por los más de setecientos años de ocupación, así a lo cabrón: ocupación. Para asnar hay que ser burro, decía mi abuela. El caso es que el partido de la oposición, informó sobre un complot folclórico-terrorista o terrorista-folclórico ideado por el gobierno para distraer la atención de los españoles y que la izquierda vasca incluya en sus listas a simpatizantes de terroristas o incluso a terroristas. Como el caso de Patxi Ibarrigururriburuburu, que era primo segundo de un güey que era amigo de otro güey que le dijo que conocía a un terrorista. En el complot están implicados: una cantante folclórica de nombre Isabel Pantoja, los partidos de la izquierda vasca, todos, y por supuesto ETA. Según la hipótesis, la detención de la cantante se da al mismo tiempo que los partidos de la izquierda vasca presentan sus listas de candidatos a las alcaldías. De esa forma, mantendrán distraído al electorado con una noticia de prensa platanera, con el resultado antes detallado. Afortunadamente, el presidente del partido tiene la solución que, aunque no ha aclarado cuál es, pasa por impugnar todas las listas presentadas por la izquierda vasca y, ya después, habrá tiempo para revisar; democracia pura, total y absoluta. Si la culpa no es de la democracia, la culpa es de los demócratas.

Entre que son peras o manzanas, yo me cargo a este piche gusano, vaya a ser que sea demócrata y me arme un desmadre en la cocina.

sábado, 21 de abril de 2007

Con la memoria de vacaciones




Madrid en Semana Santa es una gozada, una de las ciudades más bellas del mundo para caminar: plazas, museos, jardines, paseos, edificios, bares, teatros, etc., todo a disposición de quienes tienen la fortuna de vivir Madrid en Semana Santa. La mayoría de los españoles y extranjeros residentes, prefieren las famosas procesiones andaluzas: Sevilla, Granada, Málaga, Cádiz, etc., Zamora o Salamanca en Castilla-León, Zaragoza en Aragón, o la playa. Así que durante cuatro días Madrid queda a merced de quienes la admiramos, con una ventaja adicional, muchas cosas se ponen a mitad de precio y otras, como los museos, gratis. Para mí hay dos alicientes más para gozar Madrid: visitar el museo Reina Sofía para admirar el Guernica de Picasso y las tertulias con la gente que conozco. Hace poco más de diez años, el Guernica estaba ubicado en El Casón del Buen Retiro, dentro del famoso Parque del Retiro. El sitio y la obra eran uno para otro, entre los dos invitaban a los sentidos, de quienes hacían la visita, a emocionarse. Por un pasillo iniciabas la aventura, con el sentido de las manecillas del reloj: uno a uno se podían observar los bosquejos que para la obra realizó el artista, unas fichas colocadas junto a los dibujos narraban el episodio de la guerra civil española que dio origen a la obra. El bombardeo de la aviación alemana a la población civil de la ciudad de Gernika en el País Vasco, el lunes, día de mercado, 26 de abril de 1937 a las cuatro y media de la tarde, con el consentimiento del dictador Francisco Franco; de los 7,000 habitantes, 1,654 resultaron muertos y 889 heridos. En mayo del mismo año, Picasso inicia los bosquejos para la obra. El pasillo desembocaba en un salón donde se exponía la impresionante obra. Paso a paso, por la galería, escuchaba las bombas y los gritos de la gente; odio, tristeza, incredulidad e indignación se mezclaban con admiración. Encontrar, después del corredor, la obra de frente, era como si te fotografiaran con un flash enorme, entonces todos los sentimientos se convertían en lagrimas. En el museo Reina Sofía la obra comparte sitio con otras grandes obras del arte universal, pero nunca he sentido lo que sentía cada vez que pude ver el Guernica en El Casón del Buen Retiro.
No conozco un español de más de setenta años que no tenga infinidad de recuerdos, buenos y malos, de la guerra civil; Don Placido Cerón, un viejo que cumplió en marzo noventa y cuatro años, es uno de ellos. Como muchos cierra los ojos y recuerda: “Quiero mucho a México, nos ayudó durante la guerra”, me dice cada vez que me ve. También me habla de Jorge Negrete, María Felix y Cantinflas, mientras sus ojos se nublan afirma: “Soy republicano”. Don Placido estuvo en Sevilla con la caballería republicana, tratando de detener al ejercito de Franco compuesto principalmente, en ese entonces, por tropas estacionadas en Marruecos, que cruzaron por el estrecho de Gibraltar y marcharon a Sevilla. “Eran muchos y bien comidos, con mucha munición” recuerda, después ríe y me canta el estribillo de una canción: Ahí te quedas tu Sevilla con tu golpe de tranvía / que estoy hasta las narices de comer tanta judía. Después de duras batallas, cuenta que se retiraron a Madrid y en enero de 1939 fue hecho prisionero y lo encerraron junto a muchos otros en la plaza de toros de Las Ventas. El primero de abril de 1939 Franco declaró el triunfo de los nacionales, aunque en realidad el exilio de los republicanos se inició durante el primer mes de ese año. “Ahí, por esa puerta entré y salí”, señala la puerta grande de la plaza, la que abren a los matadores que tienen una gran tarde. Mueve la cabeza como desaprobando y habla sobre lo duro de la guerra, pero aclara que la postguerra fue peor. A su padre lo cogieron prisionero poco después del fin de la guerra, como a muchos republicanos y estuvo tres años en la cárcel. Observamos por un momento en silencio la puerta grande de la plaza de las Ventas. “Ese señor Bush , no sabe nada de la guerra, una guerra no se olvida nunca, duele siempre” me dice y me invita a levantarme para seguir caminando por las vacías calles de Madrid con rumbo a Atocha. Saca de su bolsillo un encendedor con el rostro del Che y me lo da: “Para ti, un gran hombre ese Che. Un torero mexicano, Armillita, le brindo un toro al Che aquí en Las Ventas, yo estuve en la corrida, un gran hombre el Che y buen torero Armillita. Yo quiero mucho a México”. Encendimos un cigarrillo y nos perdimos por la calle de Alcalá.
¡Salud y Republica!

lunes, 16 de abril de 2007

Padre después de los cuarenta, 1

Un día mientras Amanda estaba aún embarazada, no recuerdo el mes, pero ya cerca del día del parto, leí una entrevista que le hicieron a un actor. Un par de veces mencionó la experiencia de ser padre después de los cuarenta, en ambas habló de ello en forma neutral. No me acuerdo tampoco de las palabras exactas, si recuerdo que no habló de ello ni para bien ni para mal. Izel tiene nueve meses, presumo que los mismos que tendría el vástago del actor mencionado. Ahora duerme después de un berrinche a los que, supongo, poco a poco nos vamos acostumbrando. Mi mujer y yo trabajamos, ella además de ser profesora de ingles en una academia, es representante de Los Pacos, el trío del que formo parte. ¿Yo?, pues eso, soy escritor y músico. Ambos trabajamos en casa por la mañana. Hemos tenido que repartirnos los días de la semana para poder trabajar uno y cuidar al bebé otro. Mis conciertos, al menos por ahora, han quedado vetados para Amanda. Llevamos más de seis años juntos; durante los cuatro primeros, el apetito sexual era más importante que cualquier otro tipo de apetito, el primer año, llegamos a contabilizar 763 coitos en un año, un promedio de 2,09 brincos diarios, los tres años siguientes no bajamos de 500 por año. Después, planeado y deseado, el embarazo y sus consecuencias. Razones medicas, psicológicas y otras a las que aún no les encuentro nombre, levantaron una presa en la arquitectura de nuestra vida sexual e hicieron del caudal de sexo una gotera. Parajódicamente, el embarazo es una etapa en que las mujeres poseen una belleza sólo comparable al cobalto del cielo de Oaxaca un verano a las seis de la tarde. No es falta de deseo, es falta de tiempo. Tiempo y la cabeza en otra cosa, al acecho, por ejemplo. Mi mujer tiene treinta y tres años y está buenísima, yo sigo babeando cuando la observo de espaldas y pienso en todo lo que aún nos queda por inventar. De pronto Izel llora porque aún no gatea y no alcanza el oso de peluche marrón que le regalo la tía Helen. Alguien tiene que alcanzar el oso antes de que el bebé se tense y arme un pancho, que llevaría más tiempo sofocar, que el que lleva acercarle el oso al pequeño. Cuando le das el oso, él te sonríe y te abraza y se te olvida todo, hasta el motivo por el cual la baba continua manando de tu boca. Cuando duerme por la tarde se escucha el silencio que se mezcla con el ritmo de nuestra respiración, Amanda y yo nos miramos y acariciamos, intentando no romper ese silencio a pesar de que el corazón esté a punto de salirse. De pronto Izel explota en llanto o carcajada, dependiendo el motivo de su sueño o su despertar. De cualquier forma el corazón vuelve a su sitio y las ideas se refugian en una hoja de papel que muchas veces no encuentro entre el mar de papeles que hay en mi mesa de trabajo. Entonces vuelve el deseo a ser silencio del alma. Izel suele despertar de buen humor, eso es una general en nuestra familia, aunque en ocasiones la tensión nos juegue malas pasadas, el problema viene cuando no se despierta de buen humor. Entonces no hay mimo que valga, menos aún hacer el gilipollas con tu mejor imitación de un gorila o de BB King. Lo único peor que eso, es cuando tiene todo el día de mal humor. Sin embargo hay quien nos ha amenazado con el asunto de la salida de los dientes. Sucedió una tarde que me senté a tomar un café en una terraza, algo que es un logro las tardes que cuido del bebé, porque odia estar mucho tiempo en un café. Aprovecho que se duerme mientras caminamos por la calle, cuando deja de cantar es la señal, eso si no pasa una de esas ruidosas e impertinentes motonetillas de las que está llena esta ciudad. Entonces busco un café tranquilo y me meto. Aquella tarde el clima invitaba y encontré una apacible plaza con una terraza tranquila, cosa rara en Granada. En la mesa contigua, había un tipo con una libreta sobre la mesa y la mirada perdida hacia el fondo de la plaza, jugaba con un bolígrafo entre los dedos en actitud de escribir el mejor verso de su vida. Al tiempo que lo observaba, sentí nostalgia, decidí refugiar el sentimiento en el Llano en llamas de Juan Rulfo, pero mi hijo despertó con la maniobra de sacar el libro de la bolsa. Primero me regaló una sonrisa y los primeros acordes de su ya tradicional: Pa ta ti ta, ti ta, ti ta. Cuando llegó a nuestra mesa la camarera con el café, Izel reventó en llanto, cosa rara porque a él le encantan las chicas, y las grandes, no hay mujer a la que no deleite con la mejor de sus sonrisas. Sin embargo, aquella tarde fue diferente, no se calmó ni cuando me lo eché a los brazos. Entonces sin más ni más la mujer me dijo: Eso no es nada cuando les salen los dientes si que son insoportables los pobres. Tras esbozarle un gesto parecido a una sonrisa de mártir, me rasqué con el dedo índice la cabeza y me pregunté ¿Pobres, quiénes? Tengo la esperanza de que cuando hablemos el mismo idioma, la cosa será diferente, mucho mejor. Aunque no dejo de pensar en el correo que me escribió una buena amiga con motivo del nacimiento de Izel, que en resumen decía: Los hijos son unos dictadores. Yo me considero un guerrillero intelectual, así que espero que mi actitud haga mella en su política dictatorial. Por ahora tiene acaparado no sólo el tiempo, sino además, el espacio. Duerme en nuestra cama ya que se nos hizo fácil el asunto de no tener que levantarse por la noche a darle la teta, sino conectarlo sin tener que hacer nada más. Aprendió rápido, así que al principio pensamos que nos habíamos hecho un favor, ahora no lo saca de la cama ni Dios, pero eso es otra historia. Izel acaba de despertar y al parecer no de muy buen humor, que sea lo que tenga que ser.

jueves, 12 de abril de 2007

¿Ahora que busco?

¿Ahora qué busco?, pregunto sentado frente al ordenador, mientras la rayita negra parpadea en espera… Continúa esperando, la miro idiotizado, hipnotizado, pregunto otra vez: ¿Ahora qué busco?
Hace tres meses que pensamos en tener Internet en casa, nos convencimos que sin la red estábamos aislados, así que también nos abonamos a los créditos del estado para adquirir no uno, sino dos ordenadores, además, Mac. Con el arcaico ordenador que teníamos, la conexión era impensable. De pronto nos vimos con dos ordenadores y averiguando que compañía podía dar servicio en el pueblito donde vivimos. Treinta y cinco días después de firmar el contrato estábamos conectados a Internet, con la fortuna de que el mismo fin de semana nos visitaron dos queridos amigos expertos no sólo en Mac, sino además, en como navegar por la red. Soy autor y músico, me llevó algún tiempo familiarizarme con el Garageband, programa de Mac para hacer y grabar música. Sin embargo, en dos días estaba listo para buscar cualquier cosa, bajar música, crear un blog, etc. Incluso Amanda, mi changa, que ya tenía experiencia en informática y cibernética aprendió algo. Fue tal la excitación, que el domingo por la noche después de que el bebé se durmiera nos conectamos. Mi página principal es la Jornada diario de México, así que me leí las noticias, la de Amanda es el País, supongo que hizo lo mismo, además, vi los videos de: Otratv de la Jornada . Mi changa es, entre otras cosas, representante de Los Pacos, Internet es herramienta de trabajo para ella. Estoy aprendiendo a crear un blog, aunque aún no sé bien para que sirven, monto un video clip con una actuación en vivo de Los Pacos, saco más provecho al Garageband, he bajado y subido música que da gusto, hasta tengo tres direcciones de correo electrónico. Soy perfectamente capaz de sostener dos conversaciones en el Messenger, pero cuando aparece la ventanita con www. y la rayita que parpadea, no logro contestar la pregunta.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Con la torta bajo el brazo


Este hedor me va a matar de asco, si no me da antes alguna rara infección por la humedad. Mucha gente me ha dicho que todos los niños, cuando nacen, traen una torta bajo el brazo; de ser esto verdad, estoy seguro de que el mío se la comió por el camino. Nació en uno de esos días que los esotéricos llaman mágicos, aunque la magia tiene dos caras, martes y trece. Ese día tuve que pedir un préstamo en la compañía para hacer frente a los gastos que se llegaban: los puros o chocolates, dependiendo el sexo, las flores para mi mujer, el champán para la familia y la borrachera con los compañeros de trabajo, sin contar el excedente del hospital, porque mi suegra decidió que su hija tuviera una habitación privada.

Fue niño, dijo la enfermera al salir de la sala de parto, y los dos están muy bien. ¿Cuánto pesó?, preguntó mi suegra. Tres kilos ochocientos gramos, respondió la enfermera, mientras mi suegro me daba un abrazo tan fuerte que me dejó, por unos segundos, suspendido en el aire sin poder respirar. Será mejor que vuelvan mañana, sugirió la enfermera, la señora está muy cansada y al niño lo vamos a checar y a limpiar. ¿Podemos verlo sólo un momento?, preguntó de nuevo mi suegra. Abriré la cortina de la sala de trabajo un ratito, dijo la enfermera. ¡Es igualito a Rosa!, gritó apenas abrieron la cortina. Yo en realidad no le encontré parecido con nadie, o más bien con todos los bebés que había visto antes en la sección de cunas, tal vez también un poco a mi suegro, por las arrugas. Llorando comienza la vida y llorando se acaba. Voy a tratar de conseguir unos puros, me disculpé a la salida del hospital, para no tener que oír en la cena, al menos por esa noche, las historias de mi suegra sobre Rosa cuando era pequeña, además de tragarme los cuatro albumes de fotografías retocadas. Decidí comprar puros baratos para la cerdada y caros para los jefes, pero al llegar al centro de la ciudad, que es donde están los mejores precios, encontré los estancos cerrados. Pensé entonces que lo mejor sería cenar y dormir. Pasé a la taquería donde suelo parar antes de llegar a casa, muchas veces cenaba ahí, observando los autos pasar mientras degustaba con singular alegría cinco tacos de suadero. Por alguna extraña razón, esa noche pedí los tacos para llevar, sin saber que esa decisión me traería aquí.

Llegué a casa, la hora se notaba en lo vacío y silencioso de la calle. Coloqué una bolsa de plástico con seis tacos de suadero sobre el techo del coche, para facilitar la maniobra de cerrar la puerta del automóvil que la compañía me dio como parte de mis prestaciones. No bien había cerrado el auto, se acercó a mí un chavo que no parecía del barrio, pero que tenía cara de buena persona. Me preguntó la hora. Cuando retiré la manga de la chaqueta para ver el reloj, sentí cómo una pistola me golpeaba las costillas. Abre la puerta y súbete atrás, cabrón, órale, me gritó el que llevaba el arma. Abrí la puerta y se subió conmigo en la parte trasera. El que me preguntó por la hora se sentó en el volante y puso en marcha el coche. Supongo que esto es un atraco, pregunté. Cállate cabrón, me gritó casi en la oreja el que llevaba el arma, y saca la lana. Si me permites, tu pistola me viene presionando la chaqueta y es imposible que saque la billetera, además, no pienso saltar por la ventana. Movió el arma y eso me tranquilizó. El que conducía le aconsejó al de la pistola que no me permitiera ver su rostro, porque él no estaba fichado y yo podría denunciarle. No te preocupes, aclaré, es un desmadre ir a hacer una denuncia, nunca te resuelven nada y siempre te sacan lana. Mientras le decía eso, pude ver que un auto de la policía se detenía a menos de quinientos metros de nosotros sin que los jóvenes asaltantes se dieran cuenta de ello; así que le sugerí al conductor que girara al lado contrario de donde pensaba hacerlo. A la derecha, carnal, allá está parado un auto de la policía. El del arma lo corroboró y aceptó mi propuesta. A la derecha, ñero, ahí está la tira. No hay pedo, le dije, ve despacio y gira otra vez a la derecha, yo vivo aquí, así que sé por dónde huir. El conductor siguió mis instrucciones hasta que se sintió a salvo. De qué va esto, pregunté, me van a robar sólo la lana, o también el coche, o me van a secuestrar, porque si no me van a secuestrar, podrían bajarme aquí, hoy nació mi hijo y me gustaría cenar tranquilo en casa los tacos. Queremos el coche para hacer unas ondas, respondió el chavo que conducía. Qué clase de ondas, insistí, buenas o malas, porque si sólo quieren el auto para irse de pedos, mañana me llaman o pasado mañana y yo voy por él, pero si lo quieren para algún tipo de fechoría, tendré que denunciar el robo, pero no se preocupen, diré que los ladrones eran rubios y altos, tipo nórdico. Pos sí, denúncialo, dijo el de la pistola, ya con ella en el bolsillo de su chaqueta, porque sí vamos a hacer una onda choncha. ¡Puta!, exclamé, ¿no podrán hacerla mañana después de las doce?, supliqué, así duermo un poco, llamo al trabajo para avisar que no voy a ir porque me robaron el auto y tendré que pasar toda la mañana en la delegación haciendo trámites…De paso me ahorro los puros, que de cualquier forma ya no podré comprar, sin dinero cómo. Qué tal si nos tomamos unas chelas para celebrar que nació tu chavo, dijo el conductor, total, tú pagas. Todos reímos. Paramos en una cantina a cinco calles de mi casa, estuvimos horas brindado por al nacimiento y departiendo aventuras de ladrones y asaltados. Cuando ya ninguno de los tres podía tenerse en pie, nos despedimos, me dieron un poco de dinero del que me habían quitado. Para que tomes un taxi, me dijeron, no te vayan a asaltar. Por enésima vez todos reímos. Prometieron también cometer la onda choncha después de las doce, para que no tuviera que ir esa misma noche a hacer todos los trámites burocráticos en la delegación, ya que por llevar aliento alcohólico me podrían arrestar, todos reímos de nuevo. Los tacos, los comimos en la cantina.

Mientras caminaba de regreso a casa, la patrulla a la que horas antes había visto, me detuvo. A dónde, pinche borracho, me dijo uno de los policías. Deberían estar cuando se les necesita, les dije con rabia y arrastrando las palabras. Cállese, pinche borracho y váyase a su casa a dormir el pedo. Voy a dormir con tu puta madre, dije con más furia. El policía bajó del auto y… Lo último que recuerdo fue un macanazo en la cabeza. Me detuvieron por: alteración en vía publica y desacato a la autoridad.

No puedo hacer ni una llamada y nadie me cree que me robaron el auto, sólo espero que cuando al niño le haga digestión la torta alguien me extrañe y me venga a sacar de aquí.