martes, 24 de marzo de 2009
Anti-papa tres
Mucho debe costarle al Papantlas no meter su cuchara en sopa ajena. Qué duda cabe que tiene bien asumida su posición de representante de Dios en la tierra y con eso de que Dios se la vive de vacaciones. Ahí lo tenemos, tomando decisiones, opinando de todo y criticando hasta al oso del documental de Al Gore por farsante, gastándose la pasta en papamóviles blindados y girando instrucciones desde el balcón de la Vaticueva, en formato de mensaje papal; hay que ver como se las gasta el susan. La última del Vatiquiur por estas tierras de Sancho Panza, fue que el Papantlas envió al segundo de abordo, cuyo nombre no logro recordar, a charlar con gobierno, oposición, gobernados y opositores –al gobierno- sobre leyes, proyectos de ley, etc., por charlar, charlaron hasta de educación. Todo parece indicar que la integración al programa de estudios de la asignatura de “Educación para la ciudadanía”, algo que en mis años de escolar se llamaba “Civismo”, ha sentado mal en el Vatiquiur por su contenido, que insita, según palabras del enviado especial, al pecado y va contra la palabra de Dios¿?, algo parecido habían dicho ya sobre el matrimonio homosexual. Ante el peligro de perder más el control sobre sus ovejas, el pastor alemán, el alto mando y los sabios decidieron enviar a un especialista. Los resultados de las charlas se verán probablemente en las próximas elecciones, por lo pronto los centros escolares que dependen del Vatiquiur podrán objetar impartir la asignatura y ofrecer en su lugar, moral, estudios de la Biblia o religión. Mientras tanto la violencia de género, el racismo, la falta de solidaridad y la sumisión voluntaria e involuntaria, entre muchas otras cosas que afectan a la sociedad, son, como la crisis, pan nuestro de cada día. Pero ya lo dice la oración, “el pan nuestro de cada día da nos lo hoy” y toma pelón tu cachucha. No se puede decir que no se nos ha avisado, el Papantlas no hace otra cosa que interpretar la palabra de Dios¿?, y mientras Dios siga de vacaciones. A ver si un día no regresa Dios y sale más caro el caldo que las albóndigas.
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